SANAR EL ALMA, CURAR EL CUERPO, VIVIR EN ARMONÍA

Las Terapias Holísticas o Complementarias se desarrollan considerando al ser humano como un ser integral: Cuerpo Físico, Mental, Emocional-Espiritual.
A finales de los años ochenta, se percataron muchos psicólogos que Sigmund Freud, había dejado una parte muy importante fuera de las terapias psicológicas, esa parte era el Alma, su Espíritu, su Naturaleza Divina.
En la Terapia Holística, se trabaja para la sanación y armonía de la persona,atendiendo cada una de las particularidades del individuo, ayudándole a potenciar su capacidad para la solución de problemas o conflictos; resolver traumas ó emociones del pasado que impiden desarrollarse con exito y buena salud; capacidad de tolerancia; amor por nosotros y los otros.
Si te encuentras en una búsqueda de equilibrio interior y exterior, la consulta holística puede brindarte la orientación y guía hacia ese camino que necesitas transitar de forma serena, con plena consciencia, armoniosa y expansivamente para ti, los otros y el entorno.
En el Aquí y el ahora tienes una posibilidad para encontrarte y sanarte.
" Vivir con Equilibrio y Armonía, es vivir con Esperanza y Amor
Compromiso: Cuando se toma la decisión de desarrollarse en la profesión holística, también asumes un compromiso personal para con la humanidad y todo aquello que tenga vida propia. La función principal de una Asesoría en Desarrollo Personal, es el convertirse en un apoyo y dirección para aquellas personas que se encuentran sin rumbo y/o buscando un camino que les genere una armonía y evolución integradora desde Cuerpo-Mente-Alma.
La Asesoría, se forja en la conversación respetuosa, confidencial y agradable de quienes llegan vía consulta terapéutica, para encontrar un horizonte o ayuda, a tráves de las diferentes herramientas y conocimientos necesarios, con el propósito de ayudar a descubrir al paciente sus propios recursos y capacidades.

Dirección: Se orienta en entregar luces que vayan creando condiciones que propicien el cambio y la transformación del individuo a través de la liberación de condicionamientos, culpas, traumas y que de forma armoniosa vaya diseñando sus propias estrategias y compromisos personales para mejorar su calidad de vida; potenciar su autoestima; identificar sus relaciones positivas ó negativas; y llegar a establecer sus propios objetivos y metas.
El objetivo: Es ampliar las opciones y el nivel de bien-estar de las personas en todos sus aspectos:

*Mental, emocional, material y espiritual.
*Adquirir los conocimientos y herramientas que permitan su crecimiento cultural, profesional y espiritual.
*Asumirse como Unidad Integral, para dar paso a una evolución y realización.

Un Gran Abrazo en Luz, Doris
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Movil: 99711-9633

ROMPER VIEJOS ACUERDOS

EL CAMINO TOLTECA HACIA LA LIBERTAD
Todos hablan de libertad. Distintas personas, diferentes razas y distintos países luchan por la libertad en todo el mundo. Pero ¿qué es la libertad? En Estados Unidos decimos que vivimos en un país libre. Sin embargo, ¿somos realmente libres? ¿Somos libres para ser quienes realmente somos? La respuesta es no, no somos libres. La verdadera libertad está relacionada con el espíritu humano: es la libertad de ser quienes realmente somos.
¿Quién nos impide ser libres?
Culpamos al Gobierno, al clima, a nuestros padres, a la religión, a Dios...
¿Quién nos impide, realmente, ser libres? Nosotros mismos.
¿Qué significa, en realidad, ser libres? A veces nos casamos y decimos que perdemos nuestra libertad, pero cuando nos divorciamos, seguimos sin ser libres.
¿Qué nos lo impide? ¿Por qué no podemos ser nosotros mismos?
Tenemos recuerdos de tiempos pasados en los que éramos libres y disfrutábamos de ello, pero hemos olvidado lo que verdaderamente significa la libertad. Si vemos a un niño de dos o tres años, o quizá de cuatro, descubrimos un ser humano libre. ¿Por qué lo es? Porque hace lo que quiere hacer. El ser humano es completamente salvaje, igual que una flor, un árbol o un animal que no ha sido domesticado: ¡salvaje! Y si observamos a estos seres humanos de dos años de edad, descubrimos que la mayor parte del tiempo sonríen y se divierten. Exploran el mundo. No les da miedo Jugar. Sienten miedo cuando se hacen daño, cuando tienen hambre y cuando algunas de sus necesidades no se ven satisfechas; pero no les preocupa el pasado, no les importa el futuro y sólo viven en el momento presente.
Los niños muy pequeños no tienen miedo de expresar lo que sienten. Son tan afectuosos que, si perciben amor, se funden en él. No les da miedo el amor. Esta es la descripción de un ser humano normal. De niños, no le tenemos miedo al futuro ni nos avergonzamos del pasado. Nuestra tendencia natural es disfrutar de la vida, jugar, explorar, ser felices y amar.
Pero ¿qué le ha pasado al ser humano adulto? ¿Por qué somos tan diferentes? ¿Por qué no somos salvajes? Desde el punto de vista de la Víctima, diremos que nos ocurrió algo triste, y desde el punto de vista del guerrero, diremos que lo que nos sucedió fue normal. Lo que pasa es que el Libro de la Ley, el gran Juez, la Víctima y el sistema de creencias dirigen nuestra vida, y ya no somos libres porque no nos permiten ser quienes realmente somos. Una vez nuestra mente ha sido programada con toda esa basura, dejamos de ser felices.
Esta cadena de aprendizaje que se transmite de un ser humano a otro, de generación en generación, es muy corriente en la sociedad humana. No culpes a tus padres por enseñarte a ser como ellos. ¿Qué otra cosa podían enseñarte sino lo que sabían? Lo hicieron lo mejor que supieron, y si te maltrataron, fue debido a su propia domesticación, a sus propios miedos y a sus propias creencias. No tenían ningún control sobre la programación que ellos mismos recibieron, de modo que no podían actuar de otra forma.
No culpes a tus padres ni a ninguna otra persona que te haya maltratado en la vida, incluyéndote a ti mismo. Pero ya es hora de poner fin a ese maltrato. Ya es hora de que te liberes de la tiranía del Juez y de que cambies los fundamentos de tus propios acuerdos. Ya es hora de que te liberes del papel de Víctima.
Tu verdadero yo es todavía un niño pequeño que nunca creció. En ocasiones, cuando te diviertes o juegas, cuando te sientes feliz, cuando pintas, escribes poesía o tocas el piano, o cuando te expresas de cualquier otro modo, ese niño pequeño reaparece. Estos son los momentos más felices de tu vida: cuando surge tu yo verdadero, cuando no te importa el pasado y no te preocupas por el futuro. Entonces eres como un niño.
Pero hay algo que cambia todo esto: son lo que llamamos responsabilidades.
El Juez dice: «Espera un momento; eres responsable; tienes cosas qué hacer; tienes que trabajar; tienes que ir a la universidad; tienes que ganarte la vida». Nos acordamos de todas estas responsabilidades y la expresión de nuestro rostro cambia y se ensombrece de nuevo. Si observas a unos niños que juegan a ser adultos, verás de qué manera se transforma la expresión de su cara. Un niño dice: «Juguemos a que soy un abogado», e inmediatamente adopta la expresión del adulto. Si asistimos a un juicio, esas son las caras que vemos, y eso es lo que somos.  Sin embargo, todavía somos niños, pero hemos perdido nuestra libertad.
La libertad que buscamos es la de ser nosotros mismos, la de expresarnos tal como somos. Sin embargo, si observamos nuestra vida, veremos que, en lugar de vivir para complacernos a nosotros mismos, la mayor parte del tiempo sólo hacemos cosas para complacer a los demás, para que nos acepten. Esto es lo que le ha ocurrido a nuestra libertad. En nuestra sociedad, y en todas las sociedades del mundo, de cada mil personas, novecientas noventa y nueve están totalmente domesticadas.
Lo peor de todo es que la mayoría de la gente ni siquiera se da cuenta de que no es libre. Algo en su interior se lo susurra, pero no lo comprende, y no sabe por qué no es libre.
Para la mayoría de las personas, el problema reside en que viven sin llegar a descubrir que el Juez y la Víctima dirigen su vida, y por consiguiente, no tienen la menor oportunidad de ser libres. El primer paso hacia la libertad personal consiste en ser conscientes de que no somos libres. Necesitamos ser conscientes de cuál es el problema para poder resolverlo.
El primer paso es siempre la consciencia, porque hasta que no seas consciente no podrás hacer ningún cambio. Hasta que no seas consciente de que tu mente está llena de heridas y de veneno emocional, no limpiarás ni curarás las heridas y continuarás sufriendo.
No hay ninguna razón para sufrir. Si eres consciente, puedes rebelarte y decir: «¡Ya basta!». Puedes buscar una manera de sanar y transformar tu sueño personal. El sueño del planeta es sólo un sueño. Ni tan siquiera es real. Si entras en el sueño y empiezas a poner en tela de juicio tu sistema de creencias, descubrirás que la mayor parte de las creencias que abrieron heridas en tu mente ni siquiera son verdad.
Descubrirás que durante todos estos años has vivido un drama por nada. ¿Por qué? Porque el sistema de creencias que te inculcaron está basado en mentiras.
Por ello es muy importante para ti que domines tu propio sueño; este es el motivo por el que los toltecas se convirtieron en maestros del sueño. Tu vida es la manifestación de tu sueño; es un arte. Y puedes cambiar tu vida en cualquier momento si no disfrutas de tu sueño. Los maestros del sueño crean una vida que es una obra maestra; controlan el sueño a través de sus elecciones. Todo tiene sus consecuencias, y un maestro del sueño es consciente de ellas.


Ser un tolteca es una forma de vivir en la cual no existen los líderes ni los seguidores, donde tú tienes y vives tu propia verdad. Un tolteca se vuelve sabio, se vuelve salvaje y se vuelve libre de nuevo.
Existen tres maestrías que llevan a la gente a convertirse en toltecas.
La primera es la Maestría de la Consciencia: ser conscientes de quiénes somos realmente, con todas nuestras posibilidades.
La segunda es la Maestría de la Transformación: cómo cambiar, cómo liberarnos de la domesticación.
La tercera es la Maestría del Intento: desde el punto de vista tolteca, el Intento es esa parte de la vida que hace que la transformación de la energía sea posible; es el ser viviente que envuelve toda energía, o lo que llamamos «Dios». Es la vida misma; es el amor incondicional.  La Maestría del Intento es, por tanto, la Maestría del Amor.
Hablamos del camino tolteca hacia la libertad porque los toltecas tienen un plan completo para liberarse de la domesticación. Comparan al Juez, a la Víctima y el sistema de creencias con un parásito que invade la mente humana. Desde el punto de vista tolteca, todos los seres humanos domesticados están enfermos. Lo están porque un parásito controla su mente y su cerebro, un parásito que se alimenta de las emociones negativas que provoca el miedo.
Si buscamos la descripción de un parásito, vemos que es un ser vivo que subsiste a costa de otros seres vivos, chupa su energía sin dar nada a cambio y daña a su anfitrión poco a poco. El Juez, la Víctima y el sistema de creencias encajan muy bien en esta descripción. Juntos, constituyen un ser viviente formado de energía psíquica o emocional, y esa energía está viva. No se trata de energía material, por supuesto, pero las emociones tampoco son energía material, ni lo son nuestros sueños, y sin embargo, sabemos que existen.
Una función del cerebro es la de transformar la energía material en energía emocional. Nuestro cerebro es una fábrica de emociones. Y ya hemos dicho que la principal función de la mente es soñar. Los toltecas creen que el parásito -el Juez, la Víctima y el sistema de creencías-controla nuestra mente y nuestro sueño personal. El parásito sueña en nuestra mente y vive en nuestro cuerpo. Se alimenta de las emociones que surgen del miedo, y le encantan el drama y el sufrimiento.
La libertad que buscamos consiste en utilizar nuestra propia mente y nuestro propio cuerpo, en vivir nuestra propia vida en lugar de la vida de nuestro sistema de creencias. Cuando descubrimos que nuestra mente está controlada por el Juez y la Víctima y que nuestro verdadero yo está arrinconado, sólo tenemos dos opciones.
Una es continuar viviendo como lo hemos hecho hasta ese momento, rindiéndonos al Juez y la Víctima, seguir viviendo en el sueño del planeta. La otra opción es actuar como cuando éramos niños y nuestros padres intentaban domesticarnos.
Podemos rebelarnos y decir: «¡No!». Podemos declarar una guerra contra el parásito, contra el Juez y la Víctima, una guerra por nuestra independencia, por el derecho de utilizar nuestra propia mente y nuestro propio cerebro.
Por este motivo, quienes siguen las tradiciones chamánicas de América, desde Canadá hasta Argentina, se llaman a sí mismos guerreros, porque están en guerra contra el parásito de la mente. Esto es lo que significa en verdad ser un guerrero. El guerrero es el que se rebela contra la invasión del parásito. Se rebela y le declara la guerra. Pero eso no quiere decir que siempre se gane; quizá ganemos o quizá perdamos, pero siempre hacemos lo máximo que podemos, y al menos tenemos la oportunidad de recuperar nuestra libertad.
Elegir este camino nos da, como mínimo, la dignidad de la rebelión y nos asegura que no seremos la víctima desvalida de nuestras caprichosas emociones o de las emociones venenosas de los demás. Incluso aunque sucumbamos ante el enemigo -el parásito-, no estaremos entre las víctimas que no se defienden.
En el mejor de los casos, ser un guerrero nos da la oportunidad de trascender el sueño del planeta y cambiar nuestro sueño personal por otro al que llamamos Cielo.
Igual que el Infierno, el Cielo es un lugar que existe en nuestra mente. Es un lugar lleno de júbilo, en el que somos felices, en el que somos libres para amar y para ser nosotros mismos. Podemos alcanzar el Cielo en vida; no tenemos que esperar a morirnos.
Dios siempre está presente y el reino de los Cielos está en todas partes, pero en primer lugar necesitamos que nuestros ojos sean capaces de ver la verdad y nuestros oídos puedan escucharla. Necesitamos librarnos del parásito.
Podemos comparar el parásito con un monstruo de cien cabezas. Cada una de ellas es uno de nuestros miedos. Si queremos ser libres, tenemos que destruir el parásito. Una solución es atacar sus cabezas una a una, es decir, enfrentarnos a nuestros miedos uno a uno. Es un proceso lento, pero funciona. Cada vez que nos enfrentamos a uno de nuestros miedos, somos un poco más libres.
Una segunda solución sería dejar de alimentar al parásito. Si no le damos ningún alimento, lo mataremos por inanición. Para poder hacerlo, tenemos que ser capaces de controlar nuestras emociones, debemos abstenernos de alimentar las emociones que surgen del miedo. Resulta fácil decirlo, pero es muy difícil hacerlo, porque el Juez y la Víctima controlan nuestra mente.
Una tercera solución es la que se denomina la iniciación a la muerte. Esta iniciación se encuentra en muchas tradiciones y escuelas esotéricas de todo el mundo. La hallamos en Egipto, la India, Grecia y América. Es una muerte simbólica que mata al parásito sin dañar nuestro cuerpo. Cuando «morimos» simbólicamente, el parásito también tiene que morir. Esta solución es más rápida que las dos anteriores, pero resulta todavía más difícil. Necesitamos un gran valor para enfrentarnos al ángel de la muerte. Tenemos que ser muy fuertes.
Los CUATRO ACUERDOS : Hace miles de años los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como «mujeres y hombres de conocimiento».
Los antropólogos han definido a los toltecas como una nación o una raza, pero, de hecho, eran científicos y artistas que formaron una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados.
La conquista europea, unida a un agresivo abuso del poder personal por parte de algunos aprendices, hizo que los naguales se vieran forzados a esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en la oscuridad. Por fortuna, el conocimiento esotérico tolteca fue conservado y transmitido de una generación a otra por distintos linajes de naguales. Ahora, el doctor Miguel Ruiz, un nagual del linaje de los Guerreros del Águila, comparte con nosotros las profundas enseñanzas de los toltecas.
«No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo exiges. Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad. La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz. La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento». Dr. Miguel Ruiz
Extracto del libro: Los Cuatro Acuerdos. Un libro de sabiduría tolteca Dr. Miguel Ruiz

TU RELACIÓN AMOROSA


Si estás inmerso (o inmersa) en un vínculo de pareja que te produce mucha pena y desdicha y poca alegría y buenos momentos, que en algunos momentos te hace sentir que de algún modo llegas a desdibujarte como persona en pos de mantener una armonía o comunicación ficticias, es bien probable que formes parte de una "relación tóxica". Determinarlo te será de suma utilidad para desactivarla y acceder a una vida emocional más satisfactoria.
Una relación tóxica es aquélla en la cual una o las dos personas sufren mucho más de lo que experimentan dicha y placer por estar juntos. Uno de los integrantes (y en algunos casos ambos) se ven sometidos a un gran desgaste por tratar de sostener la relación. Este tipo de vínculos provocan más insatisfacción  que felicidad, y la sensación de bienestar que pueden proporcionar en escasos momentos es muy efímera ya que para vivenciarla es necesario silenciar o pasar por alto ciertas cosas que, de darles la importancia que efectivamente tienen, causarían un profundo dolor e incluso llegarían a poner en peligro la continuidad de la pareja. Ten presente que nada bueno puede surgir de uniones entre personas que generan actitudes y emociones lacerantes que nublan tu capacidad de alcanzar la plenitud emocional que te mereces.
Las relaciones ideales entre las personas son ganar-ganar. Una relación tóxica nunca puede catalogarse como tal, son de ganar-perder y, en muchos casos, las dos personas involucradas pierden. Si tú eres quien en estos momento se está planteando si el vínculo que te causa insatisfacción n y momentos desagradables es de esta índole, piensa si hay comportamientos tóxicos involucrados. Si de a ratos preferirías no estar con esa persona porque te hiere y te entristece visceralmente, si utiliza mecanismos tales como la culpa, el sarcasmo y la burla para manipularte, si mina tu autoestima y tu capacidad de que decidas de manera individual lo mejor para ti, si has llegado al punto de no reconocerte a ti mismo, entonces eres parte de una relación tóxica y eres tú quien sin dudas pierde en esta forma de comunicación despareja.
¿Qué nos lleva a involucrarnos en relaciones tóxicas? Hay diferentes razones, a continuación detallo las más usuales:
La baja autoestima. Si nuestras creencias están basadas en sentir que no somos merecedores de la atención, el respeto o el amor de otra persona, quien aparezca será considerado (o considerada) nuestra tabla de salvación, a la que nos aferraremos con uñas y dientes porque sin esta persona, ¿quién nos querrá? O ¿quién pagará nuestras cuentas? O ¿quién nos cuidará?
El creernos salvadores. Fantasear que nosotros podemos cambiar a esa persona, que hemos llegado a su vida para que se transforme en otra clase de ser humano, mejor, más como nosotros queremos que sea, suponer que con nosotros se comportará de una manera diferente a la que suele hacerlo, que lograremos que se operen modificaciones impensadas, son caminos de ida hacia el sufrimiento. Podemos ayudar a que otras personas cambien rasgos de su personalidad que les molesten, siempre y cuando se den cuenta de que este cambio los favorecería, decidan hacerlo y además quieran que los ayudemos. Lo que sí tenemos es la capacidad concreta de lograr que se produzcan cambios asombrosos en nosotros mismos si así lo deseamos: esta capacidad es innata, por lo que nada ni nadie podrá privarnos de ella nunca. Es sólo cuestión de tomar la decisión de hacerlo y poner manos a la obra.
El asumir el rol de víctimas. Quién nos va a querer o a aceptar como esta persona que se digna a darnos ratos de su tiempo, o a convivir con nosotros, en definitiva, a darnos momentos su (mala) compañía cuando le place. El asumir este rol implica que estaremos generando (o aceptando) a una persona que se comportará como victimario.
La urgencia de muestras de cariño. Este tipo de deseo imperioso es muy mal consejero, y se suma a la necesidad de suplir carencias profundas. A veces da como resultado el tolerar cualquier cosa por un poco de lo que atisbamos como cariño (una demostración de afecto, sexo, un regalo), pero que en realidad encubre otro comportamiento de fondo (uso, abuso, egoísmo, maltrato, falta de respeto, etc.).
Estar acompañado a cualquier precio. El miedo a la soledad es el paso preliminar hacia una posible relación tóxica ya que, vuelvo a mencionarlo, toleraremos literalmente cualquier cosa con tal de no estar solos. Considero que no hay mayor sensación de soledad agobiante que el creer que uno está acompañado por alguien que le va a hacer bien cuando esto en realidad no es así y esa persona no sólo no cumple con nuestras expectativas más esenciales sino que atenta (con marcado éxito) contra nuestra calida de vida. ¿Cómo confiar en alguien que demuestra que no quiere nuestro bien? (Aunque diga otra cosa).
El aburrimiento. La búsqueda de nuevas sensaciones, de una manera de alejarnos de la monotonía o de la rutina puede hacer que sólo veamos una faceta de la personalidad de quien nos atrae, la divertida y agradable que nos saca del letargo en el que estábamos, y no logramos visualizar el resto de la personalidad de quien nos atrae, en la cual hay comportamientos tóxicos que en un principio no identificamos. Encontrar a alguien que tiene gustos similares a los nuestros es muy bueno - ¡enmascarar una relación tóxica no lo es! Una vez inmersos en un vínculo de esta índole, se nos dificulta salir porque creemos falsamente que volveremos al aburrimiento inicial…. ¡esto depende enteramente de nosotros! Hay muchas personas que comparten nuestros gustos y sueños que no precisan crear un vínculo tóxico para relacionarse.
La necesidad imperiosa de cumplir algún rol social, como por ejemplo el de esposa/o, madre o padre tal vez pueda llegar a hacernos priorizar el fin antes que ver a la persona que elegimos como realmente es. Algunas veces tratamos por todos los medios posibles de enmascarar la realidad para seguir manteniendo las apariencias y la estructura social, aunque el costo interno suele ser demasiado alto.
El miedo a seguir avanzando en la vida. Si tenemos un vínculo con una persona que nos pone frenos o nos cercena en nuestro crecimiento y nos estancamos en cierta área de nuestra vida (ya sea personal, laboral, espiritual o profesional) ¿no somos nosotros mismos quienes aceptamos quedarnos en una zona conocida en vez de crecer, desarrollarnos, cambiar y superarnos? Tal vez ésta ha sido tu ganancia secundaria y por eso has sostenido este tipo de comunicación por más tiempo del que quisiste o creíste poder soportar.
¿Quién dijo que amar es dar sin ninguna clase de límites? En principio hay un límite bien claro, y es el respeto y el amor a uno mismo, que está por encima de todo lo demás. Si no te quieres ni te haces valer y ensalzas a otra persona al punto de priorizarla por sobre tu bienestar y estabilidad interna, incurriendo en sacrificios estériles, integras una relación tóxica. Si la comunicación con otra persona te hace decididamente mal, impide que desarrolles tu potencial, te frustra una y otra vez, implica que relegues deseos que son muy genuinos para ti, en síntesis, no sólo no suma sino que decididamente resta, ¿hasta cuándo seguirás tolerándola?
Amar con equilibrio es la clave hacia una vida emocional sana y placentera. Trae aparejado no permitir que persona alguna interfiera en otras actividades o áreas de nuestra vida, entender que es bien posible desarrollarse en lo que uno genuinamente desee, y además crear y disfrutar vínculos sanos con otras personas. No hay por qué dejar de lado nuestras expectativas, ilusiones, deseos y sueños por intentar sostener una situación que a las claras resulta insostenible, salvo que comprometamos nuestra integridad emocional, nuestra salud, el justo respeto que nos merecemos como seres valiosos que somos y el derecho legítimo a ser plenamente felices.
Si estás inmerso o inmersa en una situación de este tipo, tienes una salida… en realidad, muchas. Cuando tú lo decidas le podrás poner fin al sufrimiento y lograrás abrir la puerta de par en par a una realidad distinta, a un futuro lleno de concreciones, optimismo y buenos tratos.
En el caso de que te des cuenta que se ha generado una relación tóxica con un jefe o superior, tal vez no le hayas puesto punto final aún por miedo a perder el trabajo, a no poder valerte económicamente, a no encontrar otro empleo que pague tus cuentas… ¡bien se puede buscar un trabajo mientras nos vamos despidiendo de nuestro jefe tóxico!
Asimismo, siempre cuentas con la posibilidad real de decidir cambiar los términos de tu vínculo de pareja tóxico en el momento que estés preparado (o preparada) para hacerlo. Si te disocias del rol que asumiste en este vínculo (salvador, maltratado, quien-todo-lo- aguanta, perdedor, sumisa, etc.) la otra persona automáticamente cambiará su postura al tratarte ya que no encontrará el mismo eco de tu parte. Por ejemplo, para que haya una persona en rol de victimario debe existir su contraparte, alguien que asuma el rol de víctima. Si uno de los dos desaparece, el otro pierde fuerza y cambia su postura … ¡se desintegra este par de roles! Asimismo, este cambio de roles y de conductas desactivará el poder que la otra persona tiene sobre ti.
Tal vez no te resulte fácil controlar tus emociones o sentimientos, aunque sí puedes elegir qué hacer y qué no hacer con ellos. Eres libre para decidir qué clase de relaciones y de personas te rodearán cada día de tu vida.
'La honestidad, la integridad y un genuino sentido del amor, sean tu huella personal.'
'Mucha gente caminará dentro y fuera de tu vida, pero solo los buenos amigos dejaran huellas en tu corazón.'
'EL HOMBRE MAS FELIZ Y LIBRE, LLEVA ATADO UNA MUJER A SU CORAZON'

'El Amor es Respeto Responsabilidad y Compromiso y No se establece donde no lo hay'.
'El amor verdadero está ligado a la plena toma de conciencia de cada acto... de cada gesto... de cada sentimiento y de cada pensamiento. ..
El amor de pareja es la sintonía de dos frecuencias psíquicas y mentales que se van armonizando poco a poco y que gradualmente van creando una sola música. Ya no se trata de dos instrumentos musicales que suenan cada uno por su lado, sino de un dúo sincronizado y lleno de vida.
'Hay que elevarse mentalmente para luego dar un amor puro, limpio y desapegado...
...Tiende al amor elevado, idealizado y vuela tan alto como las águilas'.
'Para llegar al otro, la ternura es un camino mucho más corto y directo que la crítica'
'Mantén un equilibrio entre el mundo de lo abstracto y el mundo de lo concreto, así como entre la fe y la razón...'
'El Ser humano tiene dentro de sí algo muy valioso; DIGNIDAD pero muchos viven ignorantes de ello'
¿Sabías que se puede extrañar aquello que nunca se ha tenido?...¿Sabías que la nostalgia de un hipotético futuro existe?... Yo no lo sabía, tú me lo enseñaste, sin querer...
'Llega un momento en nuestras vidas en que debemos renunciar a algo o a alguien que una vez apreciábamos pero que ya no tiene más un propósito positivo en nuestras vidas. '