¿Qué posición tengo ante la Vida?,
¿Qué haré?
Descubro un sin fin de preguntas.
¿He logrado conocer mis capacidades, mis limites?,
¿Creo en lo que hago?,
¿Hay relación entre lo que pienso y deseo?,
¿Se ajusta a mi realidad de Vida?
Si logro dar respuesta positiva a todas estas preguntas puedo situarme en una posición activa ante la vida, me siento en la libertad de actuar y llevar a cabo mis proyectos en el orden que den sentido a mi vida, todo esfuerzo estará compensado en el logro y esto requiere confiar y creer en mis capacidades para así enfrentar los desafíos de la vida. Pero, ¿Dónde nace la confianza?
La confianza es una llave o herramienta fundamental que me lleva a mucha o poca acción, la confianza ante la vida depende de todo un proceso, parte de esta nos viene dada en gran medida de la infancia, miramos al mundo, a los demás y a nosotros mismos, como una vez miramos y fuimos mirados por nuestros padres. Por medio de la interacción con nuestros padres o cuidadores, desarrollamos seguridad y la confianza necesaria para enfrentarnos a la aventura de vivir; a través de esa interacción construimos las imágenes internas que forjan nuestro interior.
La actitud de confianza ante nuestras propias emociones, el estar conscientes que merecemos ser queridos por los demás y la confianza implícita en el devenir de la vida están íntimamente ligados al tipo de vinculación afectiva mantenida en estos primeros momentos. Por eso algunas experiencias de resentimiento a personas significativas por amor no expresado nos llevan a acciones del pasado no aceptadas y nos impide mantener un funcionamiento sano en el presente. Hay que crear un tipo de actividad nueva, cuando no confiamos en nosotros mismos, enfrentamos miedos y profetizamos así mismo el fracaso, creando un circulo vicioso de pensamientos y palabras (no podré, fallaré, no soy tan bueno, es demasiado) los pensamientos se activan una y otra vez creando anulación. La confianza ni se obtiene ni se ejerce de manera pasiva, se construye y ejercita diariamente. Debo tomar un tiempo para conocer mis capacidades, mis debilidades, mis puntos fuertes, mis limitaciones para valorarlas y llegar a tener una idea clara de mi ser. Confiar aumenta la posibilidad de dar lo mejor de si mismo, esto me pone en una acción total. La confianza se construye atravesando experiencias inciertas, esto me acerca más a mi mismo y me animará a emprender otras nuevas y a enfrentar más desafíos con aplomo. Confiar también significa poner al cuidado, es decir; confío en mi, lo pongo a mi cuidado, me responsabilizo de toda acción, la nutro con mi constancia y esfuerzo. Debemos ser cuidadosos de no caer en la trampa, la confianza nos asegura el éxito. Intentar algo nuevo implica muchas veces inseguridad, la confianza me lleva a saber que puedo con ello, cualquiera sea el resultado podré afrontarlo sin derrumbarme si no se da como quiero. La confianza me dará la esperanza de intentarlo y creer nuevamente, esto me llevará a la acción real de mi proceso con una nueva confianza de no derrota, transformo la caída en algo constructivo, ideando nuevos movimientos y formas de acción constante.
En conclusión, tenemos que confiar, asumir una actitud de confianza personal ante la vida, ser valientes para asumir el reto de afrontar nuestras experiencias.
Proverbio Irlandes: “Nada muestra mejor el corazón de un hombre que su capacidad para confiar allí donde otros desisten”
Fuente: Conciencia Real del Ser.